ARQUITECTURA DEL NEO-CLASICO
La arquitectura neoclásica es un estilo arquitectónico desarrollado en Europa durante los siglos XVIII y principios del XIX. Este tipo de arquitectura, en su forma más pura, se caracterizó por el renacimiento de la arquitectura clásica o grecorromana. La arquitectura neoclásica surgió como reacción al barroco, donde había un exceso en la ornamentación.
Se caracterizó por la grandeza de escala, la simplicidad de las formas geométricas, los órdenes griegos (especialmente del dórico), el uso de las columnas y la preferencia por las paredes en color blanco.
A comienzos del siglo XIX, casi toda la nueva arquitectura de la mayoría de los países de Europa, Latinoamérica colonial y en Estados Unidos reflejó el espíritu neoclásico.
Influencia de la arquitectura palladiana
El estilo arquitectónico barroco que se producía en Europa nunca gustó en Inglaterra, por lo que ahí surgió la idea de resaltar la pureza y simplicidad de la arquitectura clásica.
El palladianismo se debió al arquitecto italiano Andrea Palladio y se extendió por Europa en el siglo XVIII, donde influyó directamente en el surgimiento de la arquitectura neoclásica.
Origen de la arquitectura neoclásica
Como reacción al barroco, el neoclasismo funcionó como una especie de corrección a la extravagancia característica del primer estilo.
Fue percibido como un sinónimo de “volver a la pureza” de las artes clásicas, a la percepción ideal de las artes griegas antiguas y en menor escala al clasicismo renacentista del siglo XVI. El arquitecto romano Vitruvio fue quien teorizó sobre los tres grandes órdenes griegos (jónico, dórico y corintio) y fue la referencia de los arquitectos para instaurar la renovación a las formas antiguas, desde la segunda mitad del siglo XVIII, hasta aproximadamente 1850.
Desarrollo de la arquitectura neoclásica en Francia
Aproximadamente en la década de 1740, el gusto francés poco a poco fue cambiando y las decoraciones interiores se volvieron cada vez menos extravagantes, típicas del estilo barroco y rococó.
En aquella época, los arquitectos franceses viajaban a Italia para tener contacto directo con las recién descubiertas ruinas romanas. Esta práctica impulsó la construcción de edificaciones al estilo clásico.
En los últimos años de Luis XV y en todo el reinado de Luis XVI ya el estilo neoclásico estaba presente en las residencias reales y en la mayoría de los salones y residencias de la aristocracia parisina.
La geometría de la planta, la simplicidad en los volúmenes de los edificios, las decoraciones limitadas y el uso de los ornamentos inspirados en lo grecorromano, imperó en la arquitectura neoclásica en Francia.
Además, se utilizaron frisos griegos, guirnaldas, hojas de palma, volutas, etcétera.
Con la llegada de Napoleón Bonaparte al poder en 1799, surgió la llamada arquitectura neoclásica tardía; entre los arquitectos más influyentes estaban Charles Percier y Pierre-François-Léonard Fontaine, nombrados arquitectos oficiales.
Los proyectos arquitectónicos para el nuevo emperador estuvieron marcados por características neoclásicas.
En España
Al igual que en Francia, España se vio motivada al inicio de la arquitectura neoclásica tras las expediciones y excavaciones arqueológicas de Herculano y Pompeya, y como una forma de rechazo hacia el barroco.
El barroco quedó interrumpido al sustituirse la dinastía de los Habsburgo por la de los Borbones, con el rey Felipe V. Cuando Felipe V se instaló en el trono español, llevó consigo tradiciones artísticas e intelectuales de Francia.
En la segunda mitad del siglo XVIII se impuso, más propiamente, el gusto por lo neoclásico. Esto ocurrió gracias a la Academia de Bellas Artes de San Fernando, institución donde se formaban los artistas.
La introducción de la arquitectura en España tuvo el mismo punto en común de los demás países europeos: el interés en lo clásico, en las excavaciones arqueológicas y en el rechazo por la arquitectura barroca y rococó.
Desarrollo de la arquitectura neoclásica en España
Si bien las primeras obras arquitectónicas se realizaron bajo el reinado de Fernando VI, floreció bajo el reinado de Carlos III e incluso en el reinado de Carlos IV.
El proyecto ilustrado de la época incluía la arquitectura no solo para las intervenciones puntuales, sino como planificación urbana.
Por tal motivo se desarrollaron mejoras en los servicios de alcantarillado, calles con iluminación, hospitales, acometidas de agua, jardines, cementerios, parques, entre otras obras públicas.
La intención fue proporcionar a las poblaciones un aspecto más noble y lujoso motivado por el neoclásico.
El programa de Carlos III pretendía convertir a Madrid en la capital de las artes y las ciencias, por lo que se desarrollaron grandes proyectos urbanos.
El principal proyecto urbano de Madrid es el Salón del Prado, diseñado por Juan de Villanueva, además del Real Observatorio Astronómico, el antiguo Hospital de San Carlos, el Jardín Botánico, el actual Museo del Prado, la fuente de Cibeles y la fuente de Neptuno.
Características de la arquitectura neoclásica
– Muestra elementos básicos de la arquitectura clásica. Las columnas presentan los órdenes arquitectónicos dórico y jónico de la antigua Grecia.
– Presenta columnas independientes con líneas limpias y elegantes. Se utilizaron para llevar el de la estructura de los edificios, y más tarde como un elemento gráfico.
– Las columnas dóricas se caracterizaron por asociarse a las divinidades masculinas, al contrario de las jónicas, asociadas a lo femenino.
– La fachada de los edificios es plana y larga; a menudo presentan una pantalla de columnas independientes con inexistencia de torres.
– El exterior fue construido con la intención de representar la perfección clásica, al igual que las puertas y ventanas, construidas con el mismo fin.
– Las decoraciones exteriores fueron mínimas.
– Los bajorrelieves escultóricos se enmarcaron en frisos, paneles o tablillas, y eran más planos.
– Influyó en la planificación de la ciudad. Los antiguos romanos usaron un esquema consolidado para la planificación de la ciudad, lógico y ordenado, que luego imitaron los neoclásicos.
– Muchos de estos patrones de planificación urbana se aplicaron en las primeras ciudades planificadas modernas del siglo XVIII. Los ejemplos excepcionales incluyen la ciudad alemana de Karlsruhe y la capital de Estados Unidos, Washington DC.
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